Mar. Dic 24th, 2024

EL NUEVO DIARIO, MIAMI. – Un hospital de Florida (EE.UU.) deberá pagar 211 millones de dólares a la familia de una mujer que se suicidó en 2016 tras ser acusada falsamente de abusar de su hija enferma, un caso de inspiró el documental de Netflix «Take Care of Maya».

Tras un juicio de ocho semanas, el jurado declaró hoy que el hospital Johns Hopkins All Children’s, en St. Petersburg, en la costa oeste de Florida, es responsable de los siete cargos que se le imputaban, entre ellos, el secuestro de la menor Maya Kowalski, que conllevó al suicidio de su madre.

Un jurado determinó que el hospital deberá indemnizar a la familia de Maya Kowalski, la protagonista del documental.

Otros cargos fueron falsa prisión, negligencia médica, facturación fraudulenta y agresión a la menor, que fue retenida en el mencionado centro médico en 2016 bajo el argumento de que la madre la medicaba irresponsablemente.

El jurado determinó que el hospital incurrió en una conducta «extrema e indignante» en el trato hacia Maya, que entonces tenía 10 años.

De niña, a Maya le diagnosticaron el síndrome de dolor regional complejo (SDRC), una rara condición neurológica que causa un fuerte dolor ante el más mínimo contacto, relata el documental.

En 2016, cuando Maya fue ingresada en el hospital por un dolor de estómago, los servicios médicos denunciaron a su madre, Beata Kowalski, ante el Departamento de Niños y Familias (DCF, en inglés) argumentando que trataba a la niña con Ketamina, un medicamento que según la madre había ayudado a aliviar sus dolores.

La madre fue acusada de abuso infantil y después de más de dos meses alejada de su hija se suicidó en enero de 2017, a los 43 años.

El documental muestra el drama familiar y además el largo proceso que vivió la familia para conseguir que la Justicia admitiera el caso.

Según recoge hoy el diario Tampa Bay Times, la familia Kowalski recibirá más de 211 millones de dólares en daños y perjuicios.

Las indemnizaciones, detalla, se concedieron por la decisión del hospital de colocar a la niña en una habitación equipada con videovigilancia durante 48 horas, desnudarla hasta quedar en pantalones cortos y sujetador deportivo y fotografiarla sin permiso de sus padres ni de un tribunal.



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