Vie. Nov 15th, 2024

La fundadora de Colombina Clandestina, la brasileña Andrea Freire, aseguró hoy en declaraciones a periodistas que interpretan las dificultades dadas por el consistorio como un rechazo específico a estas fiestas, ya que las 12 organizaciones carnavaleras que planeaban salir a las calles este año se vieron afectadas por estas nuevas imposiciones.

Según Freire, el ayuntamiento dilató los procesos para dar las licencias para convocar esta actividad cultural y aumentó los costes de organización en cerca de 2.500 euros de un año para otro, una cuantía que no pueden permitirse pese a que reciben apoyo económico de la Embajada de Brasil.

Insistió además en que este viernes todavía no habían recibido el visto bueno del consistorio para los servicios de limpieza.

«Somos 12 grupos intentando obtener la licencia desde agosto y ninguno lo consiguió. Tenemos socios que organizan otros grandes eventos en Lisboa en el espacio público, toda la documentación fue entregada», aseveró.

Por ello, Colombina Clandestina, así como las otras comparsas que marcharán por Lisboa este año, lo hizo como una manifestación y no como una actividad cultural, donde defendió la diversidad, el feminismo y el derecho «a ocupar la calle».

El Ayuntamiento de Lisboa respondió a las acusaciones alegando que el aumento de los costes y la burocracia aumentó por el crecimiento de la dimensión de los desfiles de las comparsas, según recogió el medio luso Público.

“La propuesta la Asociación de las Comparsas de Carnaval de Lisboa para 2024 abarca la realización de 11 desfiles en 10 trayectos diferentes a lo largo de 6 días, con una expectativa de afluencia y participación que podrá llegar a las 15.000 personas», justificó el consistorio.

Pese a las disputas, Colombina Clandestina salió este sábado a las calles del popular barrio de Graça acompañado por miles de personas de todas las nacionalidades, como portugueses, brasileños, españoles o italianos.

Predominaban las prendas de color rosa en honor al lema de la convocatoria, «El color es rosa», los maquillajes con purpurina y los disfraces.

La música la puso una pequeña orquesta de la comparsa, así como unos altavoces instalados en un camión de la organización.

Asimismo, los convocantes portaron carteles en los que se leía «la calle es nuestra» y «el carnaval es político».

Entre las participantes estaba la brasileña residente en Lisboa Cátia Cadilho, que defendió en declaraciones a EFE el derecho a la celebración del Carnaval en Portugal, país en el que viven más de 300.000 brasileños.

«Debería tener un poco más de impulso e incentivo del Gobierno para que los residentes brasileños que viven aquí tengan la oportunidad de conmemorar su fiesta más significativa



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