EL NUEVO DIARIO, LOS ÁNGELES.- No hubo buenos deseos en Nueva Orleans para los Lakers, que cerraron el año con una derrota este domingo ante los Pelicans por 129-109 en un partido muy pobre de la defensa angelina.
Tras el polémico final del sábado ante los Minnesota Timberwolves con LeBron James criticando duramente a los árbitros, los Lakers sumaron una nueva derrota y esta vez no pudieron poner excusas puesto que fueron por detrás en el marcador de principio a fin.
En cambio, los Pelicans se comieron las uvas saboreando una dulce venganza, ya que los Lakers los destrozaron por 133-98 en las semifinales del NBA In-Season Tournament.
Precisamente el triunfo en Las Vegas (EE.UU.) marcó el comienzo de la depresión de los de LeBron, que desde que conquistaron la primera Copa de la NBA acumulan un pésimo 3-8 en sus últimos 11 partidos (17-17 de balance).
Fue una velada redonda para los Pelicans (19-14), con seis jugadores en dobles dígitos de anotación y con Zion Williamson (26 puntos y 6 asistencias), Brandon Ingram (26 puntos y 8 asistencias) y CJ McCollum (22 puntos y 9 asistencias) como referentes.
Igualmente imprescindible fue el puertorriqueño José Alvarado, magnífico como revulsivo desde el banquillo con 8 puntos, 3 rebotes, una asistencia y, sobre todo, 4 robos y 2 tapones que encendieron a los Pelicans.
LeBron (34 puntos y 8 asistencias), Anthony Davis (20 puntos y 10 rebotes) y Austin Reaves (20 puntos y 9 asistencias) tiraron del carro en los visitantes, que no contaron por lesión con D’Angelo Russell y Cam Reddish y que además perdieron en el primer cuarto a Rui Hachimura por un problema en los gemelos.
Los Pelicans trituraron a los Lakers desde el triple (17 de 34) y les comieron en el rebote (53 por 41).
El show de McCollum y Alvarado
La defensa de los Lakers se fue a la fiesta de Nochevieja antes de hora.
42 puntos encajaron los angelinos en un primer cuarto con un McCollum absolutamente letal desde el perímetro para los locales con cinco triples.
Los Pelicans llegaron a 7 de 10 en tiros de tres en el periodo inicial y Williamson sacó músculo en la zona mientras solo Davis daba la cara en los Lakers (42-33).
Williamson siguió explotando las vulnerabilidades en la pintura de los Lakers, pero el segundo cuarto fue el del show de Alvarado.
Tres robos consiguió el revoltoso base puertorriqueño, que incluyó entre las víctimas de sus ya emblemáticos atracos por la espalda a LeBron y Davis.
La electricidad en defensa de Alvarado se contagió al ataque de Nueva Orleans, donde Herb Jones, con tres triples, tomó el relevo de McCollum como francotirador desde el exterior.
Pero en general fue una excelente primera mitad ofensiva de los Pelicans, que dejaron el partido muy bien encarrilado al descanso (74-57) con un 55.3% en tiros de campo y un asombroso 58,8% en triples (10 de 17).
LeBron se salió en el segundo cuarto con 17 puntos (21 al descanso), pero la respuesta en la cuna del jazz llegó por cortesía de Williamson (18 puntos) y McCollum (17).
Impotencia angelina
La segunda parte fue un ‘quiero y no puedo’ constante de los Lakers: cada vez que se acercaban en el marcador, los Pelicans les mandaban a la lona.
Con un LeBron incansable, dándolo todo y ofreciendo algunas jugadas espectaculares como un gran mate al contraataque, los Lakers intentaron cocinar la remontada una y otra vez.
Pero la diferencia de los Pelicans jamás bajó de los 10 puntos en el resto de la velada.
La defensa de los Lakers, imprescindible para cambiar la dinámica del encuentro, jamás dio señales de vida. Tampoco ayudó la cuarta falta de Davis con 7.18 en el tercer cuarto, lo que llevó al pívot al banquillo.
Alvarado, de triple, colocó a los Pelicans con 100 puntos antes de llegar al último periodo (104-98).
Apodado ‘Grand Theft Alvarado’, el latino fue un dolor de cabeza constante para los de púrpura y oro mientras los fans de Nueva Orleans aplaudían encantados cada diablura de uno de sus jugadores preferidos.
¿El enésimo ejemplo? Un nuevo robo a LeBron llegando por detrás que acabó en triple de Ingram y con Alvarado agitando a las gradas (115-199 con 6.45 para el final).
Nunca bajaron los brazos ni LeBron ni Davis, pero sin apoyo de los secundarios de los Lakers y sin asomo de la defensa la remontada fue una misión imposible.