El precio del petróleo intermedio de Texas (WTI) abrió este jueves con una bajada del 0,77 %, hasta situarse en 73,54 dólares el barril, a medida que las rutas comerciales en el mar Rojo vuelven a la normalidad.
A las 9:01 hora local (14:01 GMT), los contratos de futuros del WTI para entrega en febrero restaban 0,57 dólares con respecto al cierre de la sesión anterior.
Algunas de las principales empresas de transporte marítimo que habían suspendido sus rutas a través del mar Rojo por los ataques de los rebeldes hutíes del Yemen aseguraron que volverían a operar en la zona, después de que Estados Unidos anunciara una coalición internacional para proteger el flujo comercial.
Sin embargo, la coalición inicialmente anunciada por EE.UU. no ha recibido el apoyo esperado, a medida que aumentan las diferencias entre los países por la respuesta de Israel a los ataques terroristas del brazo armado de Hamás del 7 de octubre.
Este jueves se conocerán los datos gubernamentales sobre las reservas de petróleo. Según el Instituto del Petróleo Estadounidense (API, en inglés) las reservas de crudo en el país aumentaron en 1,84 millones de barriles la semana pasada.
A pesar de todo, el analista Tom Essaye considera que los precios del crudo tendrán una tendencia al alza a medida que persiste la tensión en Oriente Medio, aunque matiza que la influencia será a corto plazo, en su informe diario Sevens Report.
Estas semanas, los precios del petróleo se están viendo impulsados también por el optimismo de los inversores sobre la economía estadounidense.
En su reunión de diciembre, la Reserva Federal (Fed) apuntó a que espera reducir los tipos de interés a partir del año que viene, lo que ha dado alas a los inversores, que apuestan a que la demanda de crudo subirá a medida que la economía crece.
Y es que la inflación, según los indicadores, continúa su tendencia a la baja mientras que el mercado laboral parece no haber sufrido excesivamente los efectos de la política de tipos altos del banco central, por lo que muchos analistas ven cerca ese ‘aterrizaje suave’ de la economía que persiguen los reguladores.