EL NUEVO DIARIO, ROMA.- Italia ha hecho oficial su salida de la «Nueva Ruta de la Seda», el acuerdo económico firmado con China en 2019 y con el que el Gobierno italiano de Giorgia Meloni, en el poder desde hace un año, no estaba de acuerdo, pues era el único país del G7 que se había adherido al mismo.
La primera ministra italiana ya había comunicado a su homólogo chino, Li Keqiang, su decisión de abandonar el acuerdo durante la cumbre de los países del G20 en Nueva Delhi del pasado septiembre.
Y la salida oficial se produjo hace unos días, con una nota entregada en Pekín, según confirmaron fuentes conocedoras del acuerdo, mientras que el Gobierno no ha querido divulgar un comunicado oficial.
Miembros del Gobierno han mantenido varias reuniones en China en las que informaron a sus interlocutores de la intención del Ejecutivo de la ultraderechista Meloni de mantener la asociación estratégica entre ambos países y dieron los pasos preparatorios para la visita del presidente Sergio Mattarella a China, prevista para 2024.
Desde la llegada al poder de Meloni se supo que no se proseguiría siendo parte de este acuerdo, una de las piedras angulares del plan del gigante asiático para fortalecer su economía a través de una red de infraestructuras entre tres continentes que fomente el comercio.
Según el diario ‘Corriere della Sera’, el Gobierno chino insistió en una cancelación formal, aunque bastaba no renovar el acuerdo que decaía al termino de cuatro años y que se cumplían en 2023.
El memorando con Italia había sido firmado por el primer Gobierno de Giuseppe Conte apoyado por el Movimiento 5 Estrellas y la Liga, y que apostó por intentar transformar Italia en una especie de «puente» entre Occidente y China, colocándose en una posición privilegiada para aprovechar el enorme potencial de el mercado chino.
Se anunció entonces un acuerdo que prometía colaboraciones por valor de hasta 20.000 millones de euros, aunque no ha producido «casi nada», según el diario.
A pesar de ello, la firma del acuerdo preocupó a Estados Unidos, a la Unión Europea y otros países occidentales que consideraron que la Nueva Ruta de la Seda era un intento de China de aumentar su influencia económica y política en el mundo.